Pensadores: Voltaire
(François-Marie Arouet; París,
1694- id., 1778) Escritor francés. Figura intelectual dominante de su siglo y
uno de los principales pensadores de la Ilustración, dejó una obra literaria
heterogénea y desigual, de la que resaltan sus relatos y libros de polémica
ideológica. Como filósofo, Voltaire fue un genial divulgador, y su credo laico
y anticlerical orientó a los teóricos de la Revolución Francesa.
Voltaire estudió en los jesuitas
del colegio Louis-le-Grand de París (1704-1711). Su padrino, el abate de
Châteauneuf, le introdujo en la sociedad libertina del Temple. Estuvo en La
Haya (1713) como secretario de embajada, pero un idilio con la hija de un
refugiado hugonote le obligó a regresar a París. Inició la tragedia Edipo
(1718), y escribió unos versos irrespetuosos, dirigidos contra el regente, que
le valieron la reclusión en la Bastilla (1717). Una vez liberado, fue
desterrado a Châtenay, donde adoptó el seudónimo de Voltaire, anagrama de
«Árouet le Jeune» o del lugar de origen de su padre, Air-vault.
Ciertas composiciones, como el
Poema de Fontenoy (1745), le acabaron de introducir en la corte, para la que
realizó misiones diplomáticas ante Federico II. Luis XV le nombró historiógrafo
real, e ingresó en la Academia Francesa (1746). Pero no logró atraerse a Madame
de Pompadour, quien protegía a Crébillon; su rivalidad con este dramaturgo le
llevó a intentar desacreditarle, tratando los mismos temas que él: Semíramis
(1748), Orestes (1750), etc.
Su pérdida de prestigio en la corte
y la muerte de Madame du Châtelet (1749) movieron a Voltaire a aceptar la
invitación de Federico II. Durante su estancia en Potsdam (1750-1753) escribió
El siglo de Luis XIV (1751) y continuó, con Micromégas (1752), la serie de sus
cuentos iniciada con Zadig (1748).
Después de una violenta ruptura con
Federico II, Voltaire se instaló cerca de Ginebra, en la propiedad de «Les
Délices» (1755). En Ginebra chocó con la rígida mentalidad calvinista: sus
aficiones teatrales y el capítulo dedicado a Servet en su Ensayo sobre las
costumbres (1756) escandalizaron a los ginebrinos, mientras se enajenaba la
amistad de Rousseau. Su irrespetuoso poema sobre Juana de Arco, La doncella
(1755), y su colaboración en la Enciclopedia chocaron con el partido «devoto»
de los católicos. Frutos de su crisis de pesimismo fueron el Poema sobre el
desastre de Lisboa (1756) y la novela corta Cándido o el optimismo (1759), una
de sus obras maestras. Se instaló en la propiedad de Ferney, donde Voltaire
vivió durante dieciocho años, convertido en el patriarca europeo de las letras
y del nuevo espíritu crítico; allí recibió a la elite de los principales países
de Europa, representó sus tragedias (Tancrède, 1760), mantuvo una copiosa
correspondencia y multiplicó los escritos polémicos y subversivos, con el
objetivo de «aplastar al infame», es decir, el fanatismo clerical.
Sus obras mayores de este período son
el Tratado de la tolerancia (1763) y el Diccionario filosófico (1764). Denunció
con vehemencia los fallos y las injusticias de las sentencias judiciales (casos
de Calas, Sirven y La Barre). Liberó de la gabela a sus vasallos, que, gracias
a Voltaire, pudieron dedicarse a la agricultura y la relojería. Poco antes de
morir (1778), se le hizo un recibimiento triunfal en París. En 1791, sus restos
fueron trasladados al Panteón.
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